martes, 26 de abril de 2011

EL VITUPERIO DE LA CERVEZA

Por: Javier “Sunshine II” Sánchez

           
Para los griegos de la antigüedad la cerveza era una bebida para salvajes. Siglos después muchos siguen pensando lo mismo. El vino por el contrario nació rodeado de heroísmo y de nobleza.  La cerveza es para parranderos escandalosos y el vino para sensibles buscadores de placer. Qué pena. La verdad es que ni los cerveceros son tan salvajes ni los vineros son tan sensibles. Simplemente ambos buscan lo mismo pero por diferentes caminos.
Nuestras tradiciones locales frecuentemente tienen menos valor que las que proceden de otros lugares. Probablemente por eso solemos acompañar al vino de un esnobismo innecesario. Viva la cerveza y viva el vino.
Este esnobismo suele llevarnos a pensar que si conocemos el vocabulario propio de la degustación de vinos, seremos más interesantes ante los demás. Si le echamos encima a nuestro interlocutor una retahíla de términos como taninoso, astringente, aterciopelado, armonioso, agrio, áspero, aromático, cítrico, lácteo, corchado, cuerpo, equilibrado, frutal, grueso, terroso, retrogusto, herbáceo, maderizado, amantequillado, persistente, oxidado, redondo, rústico, etcétera, no les quedará la menor duda de que somos cultos, sensibles y – por que no – sujetos a que nos presten dinero sin fiador.
En nuestra pobre cultura cervecera local a lo más que llegamos a distinguir entre una cerveza fría y otra bien fría, o entre una obscura y una clara…y se nos acabó el listado de epítetos. ¿Cómo no van a pensar que somos unos salvajes? La culpa de todo esto, lo vuelvo a repetir, la tenemos solamente nosotros que no nos hemos podido quitar de encima a los monopolios cerveceros que limitan nuestras opciones; entre menos sepamos de cerveza, más consumiremos la que ellos nos venden.  
El vocabulario del vino no nació con el vino, sino que ha sido desarrollado por escritores amantes del vino que se han dedicado a estudiarlo, adjetivarlo y difundirlo  (¿Saintsbury, Simon, Lichine, Jonhson…les suenan?).

En la cerveza las cosas están siguiendo un camino similar aunque seguramente más reciente. Pocos habían tenido la sensibilidad de ponerse a escribir recientemente sobre cerveza antes que el célebre  “Cazador de Cervezas” Michael Jackson (1942-2007) quien en el año de 1977 publicó su libro “La Guía Mundial de la Cerveza”, atrayendo con ello la atención de miles de cerveceros en todo el mundo que, sin saberlo, esperaban a que alguien lidereara esta batalla. A partir de Michael Jackson surgieron teóricos, estudiosos, expertos, cátedras universitarias, articulistas de revistas, columnistas de periódicos, parlanchines y hasta profetas que abundaron sobre este tema. Por supuesto junto con todos ellos, o quizá como consecuencia, surgió también un vocabulario que – adivinaron – tiene mucho en común con el del vino y con el de muchas otras bebidas.
MICHAEL JACKSON "THE BEER HUNTER"
Aclaro que el Sr. Jackson no ha sido el primero usar la cerveza como tema literario en la historia de la humanidad. Recordemos que esta bebida ha sido elogiada en escritos  desde los Sumerios (primeros en escribir una receta sobre cerveza 4,000 años antes de Cristo), en sagas nórdicas, en escritos incas, en novelas de Sheakespeare o Goethe y muchos otros. Sin embargo Jackson sí fue el primero en hacerla sujeto de estudio. Su incansable búsqueda de cervezas por todo el mundo lo llevó constituirse como el gurú de varias generaciones de amantes de la cerveza que lo seguimos a través de más de 30 años de publicaciones en diarios, revistas, programas de televisión, conferencias y por supuesto internet.
He tenido recientemente la oportunidad de conocer a muchas personas interesadas en conocer más sobre cerveza. Jóvenes, adultos, viejos, mujeres, hombres…es impresionante cómo de repente se dan cuenta de que hay todo un mundo que no conocían con grandes y agradables sorpresas. Ya no les basta tomarse “una cerveza” sino que ahora están en la búsqueda de los cientos de tipos de estilos que existen. Aun más, me encuentro con jóvenes cuya apasionada búsqueda los ha llevado a explorar sus propias habilidades para fabricar cerveza con resultados verdaderamente sorprendentes.
La cerveza es el mejor lubricante social que conocemos y para muestra basta ir a cualquier Pub en cualquier ciudad el mundo. Tomar una cerveza automáticamente baja tus defensas ante los demás; interactúas, hablas, quieres que te hablen, ves y quieres que te vean, cantas y quieres que canten contigo. La cerveza es – parafraseando de nuevo al Sr. Jackson – “una bebida civilizada.que se
ersonas Lichine, Jonhsonunidad de conocer a muchos js de televisio), en sagas narlo (Saintsbury, Simon, Lichine, Jonhsonque se





  Y tu…¿Qué cerveza nueva probaste esta semana? Explora, diviértete, piérdete en la diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina. Paz para todos.

Comentarios: javier@elsume.com

miércoles, 13 de abril de 2011

EL SUME

Por: Javier “Sunshine II” Sánchez

En el año de 1935, cuando yo tenía 10 años, empecé a escuchar a mis papás de la necesidad de salir del lugar donde vivíamos, en el estado de Coahuila. 
Mi papá cultivaba en ese rancho lo que consumía la familia: maíz, frijol, papas y hortalizas; también criaban algunas especies de aves, como guajolotes, gallinas y cokenas. Tenía vacas finas que había traído del estado de Texas, donde vivió antes de casarse con mi mamá. Todo esto nos abastecía de alimentos muy nutritivos. Tenía también un "trapiche" (así le decían a una especie de molino movido por mulas, donde molían la caña y hacían la melaza y el piloncillo) adonde acudían los que sembraban caña y la procesaban pero no pagaban con dinero si no con la misma miel. Comida no faltaba, pero dinero sí y faltaba el dinero para los demás gastos. Las cosas se agravaron cuando el Presidente Lázaro Cárdenas hizo la repartición de tierras en ejidos y a mi papá no lo dejaron donde estaba, si no que le dieron tierra en un lugar árido y pedregoso donde no había agua. Ese fue el motivo principal que los hizo abandonar ese lugar.
Un hermano de mi mamá, Francisco Sánchez Quevedo “el tío Pancho”, que le gustaba exagerar las cosas, vino a Baja California  a conocer unas tierras que solicitaron al gobierno y mandó decir a mi mamá que aquí eran tierras de promisión, que se barría el dinero con la escoba y que había muy buenas escuelas. Esto último fue lo que más entusiasmó a mi mamá porque ambicionaba que todos siguiésemos estudiando, pero ¡oh, desilusión! Ni primaria había en el lugar a donde llegamos.
Para realizar el viaje mis papás vendieron en San Carlos todo lo que tenían; animales, aperos de trabajo, enseres de casa…todo. Iniciamos el viaje en una troca con redilas. Veníamos 21 personas en esa troca.
Pero lo más trágico fue cuando llegamos a un rancho llamado Sumi o El Sume. Ahí fue donde estaban las dichosas tierras. Pues allí llegamos a ese lugar todo polvoriento, sin casa, cansados del viaje. Había ahí una enramada de cachanilla, sin paredes llena de maquinaria vieja y le dijeron a mi mamá que por lo pronto allí nos acomodáramos.
Fue una gran tristeza, una gran desilusión y mi mamá dijo: "Nada más un año nos vamos a quedar aquí", pero eso fue para desahogarse de la mala impresión que le causó ese panorama, porque en San Carlos ya no teníamos nada, así que no hubo más que entrarle duro al trabajo.
Desmontar las tierras fue un trabajo muy duro. Entonces no había la maquinaria apropiada y tuvieron que hacerlo con hacha, machete, pico y pala. Mis hermanos mayores que tenían 15 y 16 años, trabajaron como adultos. En el verano mi papá los levantaba a las 4 ó 5 de la mañana para aprovechar las horas en que no se sentía tanto el calor.  
Llegamos en la noche del día primero de noviembre a Andrade (frontera con Los Algodones). Allí nos acomodamos como pudimos, para pasar otro día a Baja California. Cuando veníamos por Estados Unidos no vendríamos muy bien, pero como era carretera buena, no se desacomodaba nada, pero una vez que pasamos, todo saltaba dentro del troque, aquello parecía una licuadora. Había una plaga que le decían gusanos quemadores, todo estaba tapizado de ellos. En todos los años que tenemos aquí no he vuelto a ver otra plaga como esa. Yo creo que fue para darnos la bienvenida.
Pasaron como unos cinco años para que hubiera un poco de alivio en lo económico. En el transcurso de ese tiempo, apenas en diciembre de 1936, mi mamá se enfermó de pulmonía. En ese tiempo no había remedios eficaces contra esa enfermedad y se vio bastante mal. Con muchos trabajos la trajeron a Mexicali y Dios nuestro Señor le puso en su camino al Dr. Merino; médico muy considerado con la gente que no tenía dinero.  
Al siguiente año de que llegamos, se gestionó que enviaran a un maestro que atendía el primero y cuarto grados. La primaria la terminamos en Cuervos .
Con el esfuerzo de todos se fue mejorando la situación, hasta llegar a lo que actualmente todos conocemos.
Ahora reconozco que así como Dios le dijo a Abraham: "Deja tu lugar de origen y anda a la tierra que yo te mostraré", así a nuestros padres Dios los iluminó para salir de San Carlos y traernos a esta tierra, e igual que los Israelitas hemos peregrinado con mucho trabajo, a veces con desaliento y obras con optimismo para llegar a lo que somos actualmente: una familia numerosa, con aciertos y desaciertos, pero todos unidos con la ayuda de Dios. 
María Dolores Gaspar Vda. de Lozano.
Esto es El Sume, por lo menos para nosotros. Ahí empezó todo para nuestros padres y por eso Gustavo Gaspar Blanco y un servidor quisimos hacerle un pequeño nicho para recordarlo.
¿Tu qué cerveza nueva probaste esta semana?  Explora, diviértete, piérdete en la diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina. Paz y trabajo para todos.

Comentarios: javier@elsume.com